¿Quiénes somos?

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Somos un grupo de alumnos del Ciclo Formativo de Grado Superior en Interpretación de la Lengua de Signos. Estamos estudiando en Santander, y hemos empezado este año...asi que andamos un poco perdidos.

martes, 21 de abril de 2015

13. Voces invisibles

Me llamo Claudia y soy estudiante de interpretación de lengua de signos. 


No soy pedagoga.

No soy logopeda.

Ni tampoco tengo un doctorado en métodos de educación modernos e innovadores. 

Aun así,  siendo una simple alumna que ni siquiera maneja con soltura la Lengua de Signos, creo que esto no va a estar de más en un blog dedicado a la comunidad de personas sordas. Porque ese, ese es el quid de la cuestión, las personas sordas…son sordas. 

Diréis “menuda estupidez, nos lo ha tenido que venir a decir ella, que nosotros no nos habíamos dado cuenta...”, pero al parecer, algunas personas (oyente, me avergüenza admitir), es un dato que todavía no consiguen almacenar en su cabecita.

Todo esto viene a cuento, nada más y nada menos, de todas las barbaridades que he tenido que leer provenientes de logopedas, pedagogos y doctorados, en forma de artículos y estudios sobre el desarrollo psicosocial y personal de los niños sordos. “El niño sordo y métodos para que aprenda a hablar”, “El niño sordo se aísla y puede ser agresivo”, “El niño sordo puede presentar movilidad muy reducida”…

El niño sordo, poco más que se presenta (no en todos los documentos que he leído, pero sí en la mayoría) como algo que hay que “arreglar” porque “si se esfuerza puede ser como los demás.”  Y digo yo, ¿Qué estamos haciendo que todavía no estamos enseñando a niños cojos a correr sobre dos piernas? ¿y a los niños mudos?, ¿para cuándo niños mudos cantando en el coro infantil de Viena?

Porque, ¿para qué narices enseñarles su propia lengua? ¿Para qué vamos a darles desde pequeños un canal comunicativo útil para ellos? Ojo, que no le quito hierro, que sería demasiado utópico pensar que desaparecerían por completo las barreras sociales, pero tampoco es justo dificultarles aun más el camino, pudiendo simplificárselo, y cuando nos diésemos cuenta de que lo hemos hecho mal, echar la culpa a su sordera que es la que lo ha hecho “incapaz de comunicarse de ninguna forma”.

Sin más rodeos, yo no tengo un hijo sordo, ni un hermano, ni siquiera un familiar lejano, y probablemente, no sea la más indicada para comprender por completo una cultura que para mí es nueva. Pero sí entiendo la lógica y el sentido común, y lo que a mí me dicen es que si hay una educación adecuada y sobre todo más empatía y comprensión por parte de las personas “normales”, las cosas irían un poco mejor.

1 comentario:

  1. Me ha gustado leer un artículo tan personal y que te haya provocado esta reflexión, me hace sentir orgullo de mi trabajo. También tengo que decir que me parece un uso sexista del lenguaje, porque la referencia de personas sordas es "sordo" y la de criatura sordas es "niño sordo", no dando cabida, por tanto a las sordas ni a las niñas sordas.

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